El guitarra que calentó a la banda de Jimi Hendrix en Mallorca

Mauricio Puigcercós, ‘El Mauri’, fue uno de los músicos que ensayó con el bajista Noel Redding el mítico concierto que el genio de Seattle ofreció hace 50 años en la inauguración de Sgt. Peppers. “Noel tocaba de puta madre y yo era un principante”.

Hablar de Jimi Hendrix en Mallorca supone referirse al golpe que dio con su guitarra en el techo de Sgt. Peppers el día de su inauguración, el 14 de julio de 1968. Un guitarrazo que cincuenta años después de aquel concierto, un show que marcó a toda una generación de mallorquines, sigue resonando. Muchos son los que aseguran haberlo visto y han hecho de aquel episodio un cuento sin final. Otros, como Mauricio Puigcercós (Palma, 1950), que estuvo en capilla con la leyenda del rock, prefieren callar, escuchar y reírse con las ensoñaciones que aquel agujero produjo y sigue produciendo. Un silencio que ahora, a sus 68 años, ha decidido romper.

Mauricio Puigcercós ‘Mauri’.

“Yo toqué con uno de los músicos de la Jimi Hendrix Experience”, desvela Mauri, como se conoce a este guitarrista convertido con el paso del tiempo en un semidios para muchos jóvenes devotos del rock. “Fue en la misma Sgt. Peppers, pero no el día del concierto de Hendrix, sino en los ensayos”, apunta.

Antes de la llegada del músico ya convertido en leyenda tras pegarle fuego a su guitarra en el festival de Monterrey, aterrizaron en Mallorca los otros dos integrantes de la Jimi Hendrix Experience, el trío que conocería la fama mundial gracias a canciones como Hey JoeFoxy Lady o el clásico de Bob Dylan –músico del que se dice que estuvo en Balears, un rumor desmentido en este reportaje– All Along the Watchtower. El bajista Noel Redding y el batería Mitch Mitchell aparecieron en la isla a principios de julio del 68, poco después de la actuación de la banda en el Woburn Music Festival de Bedshire (Inglaterra). “Se instalaron en una casa que se les alquiló en Génova. Recuerdo unas cortinas de terciopelo y mujeres, muchas mujeres”, dice risueño Mauri. Por aquella casa, grande, con piano de cola incluido, también se dejaron caer algunos componentes de Los Bravos y Z-66, el grupo en el que militaba Lorenzo Santamaria. Redding y Mitchell preparaban con ellos el concierto con el que iban a inaugurar, días después, la primera discoteca de alcance internacional en Mallorca.

En aquel verano, Mauri contaba 18 añitos y acababa de entrar en el grupo de los hermanos Mauri Caprinell, músicos que unos años antes habían pegado fuerte con Los Nivram, facturando un garage de categoría con guiños a The Shadows. “Teniendo a tres hermanos mauris en el grupo y llamándome yo Mauri, solo podíamos tener un nombre, y nos llamamos Mauri’s Set”, señala.

“Cuando me dijero que Noel Redding iba a tocar con nosotros en un ensayo me quise bajar del escenario”, confiesa

Mauri’s Set hacía suyas las canciones que con el tiempo transformarían a toda una generación. Led Zeppelin y Deep Purple, dos bandas que nacían ese mismo año, en 1968, acabarían convirtiéndose en pilares de su repertorio. “Cuando me dijeron que Noel Redding iba a tocar con nosotros en un ensayo en la Sgt. Peppers me quise bajar del escenario. Su imagen imponía”, afirma acerca de un músico que terminó siendo un mito del rock hippy de los años sesenta, con esa reconocible figura con melena rizada y gafas psicodélicas. Redding, por deseo de Hendrix, había abandonado la guitarra eléctrica y se había pasado al bajo. Su potencial rítmico era enorme y acabó cuajando en uno de los discos más innovadores y experimentales de la historia del rock, Are you Experienced?, así como en los viajes musicales de un trío que él conducía y retroalimentaba cuando Hendrix y Mitchell dejaban sus éxtasis instrumentales y volvían a la normalidad sonora.

Mauri's set
Mauri’s set.

“Redding tocaba de puta madre y yo era un principiante. Conocerle estuvo bien aunque no tuve mucho contacto con él. Yo apenas sabía inglés así que solo cruzamos cuatro palabras, ni una más ni una menos. Lo que sí recuerdo es que tocamos Summertime. Yo estaba acojonado pero lo disfruté”, rememora.

Una canción, Summertime, que pareció elegida por el destino, porque Mauri y los otros mauris protagonizaron parte de lo que dice uno de los estribillos: “Una mañana de estas vas a levantarte, cantando, vas a desplegar tus alas, y elevarte hacia el cielo. Señor, el cielo”. Un cielo que, sin duda, tocaron.

Tras los ensayos, con alguna jam session incluida en el Haima de Cala Major, se dejó ver la estrella. Hendrix aterrizó en Son Sant Joan en la mañana del 14 de julio, el mismo día del concierto. Con el músico de Seattle iba Mike Jeffery, su mánager en Europa, “un tipo muy creído, muy dado al pavoneo”, en opinión de Mauri. Aquel año, Jeffrey saboreaba las mieles del éxito con La casa del sol naciente, de Eric Burdon y Brian Chas Chandler, el auténtico descubridor de Hendrix. Jeffery se había enamorado de la isla cinco años antes, cuando entabló amistad con un joven economista mallorquín, Joan Manera. Asesorado por éste, adquirió tres salas de fiestas palmesanas: Zhivago, que con el tiempo adoptaría el nombre de Toltec; la citada Haima; y Sgt. Peppers. “El nacimiento de Sgt. Peppers marcó un hito en la historia del ocio urbano de la capital mallorquina–escribe el historiador Tomeu Canyelles–: no se trataba de la primera discoteca inaugurada en la isla pero sí la primera en introducir toda una serie de innovaciones que la convirtieron en un local, por entonces, único en Mallorca”.

“Recuerdo a una rubia despampanante entrando en el baño de Sgt. Peppers y a Hendrix detrás. No salieron en un buen rato”

Redding-Hendrix-Mitchell
Jimi Hendrix (c) posa en el Sgt. Pepper’s junto a los miembros de su banda, Noel Redding y Mitch Mitchell. Foto: Torrelló

“El ambiente de la Sgt. Peppers era muy chulo. Era una discoteca muy marchosa. La gente vestía de otra manera, a lo hippy. En aquel tiempo yo no era nada hippy. Empecé a ser hippy cuando todos los hippies se murieron”, confiesa el músico de los Mauri’s Set, el grupo que, un día después de la actuación de Hendrix en la discoteca de plaza Mediterráneo, se subió a su escenario, sin dejarlo de ocupar durante toda una temporada.

“Claro que estuve el día del concierto de Hendrix, pero apenas recuerdo cuatro cosas. Una de ellas es a una rubia despampanante entrando en el baño, y Hendrix detrás. No salieron en un buen rato”, afirma. El físico siempre fue uno de los atractivos de Hendrix, tanto, que 40 años después de su muerte se ha publicado una grabación casera con imágenes suyas practicando sexo con dos mujeres en una habitación de un hotel.

El guitarrista zurdo actuó para un público esencialmente inglés y como recordó en su día Joan Manera, la inauguración de Sgt. Peppers “tuvo más impacto en Estados Unidos y el Reino Unido que en España”, donde Hendrix ofreció un único concierto. Entre los espectadores se encontraban algunos de los componentes de Los Bravos, como Toni Obrador –“hubo un follón impresionante, solo le faltó quemar la guitarra”, diría– y el futbolista más gamberro de todos los tiempos George Best. “Toda esa gente que está ahí, de pie. ¡Sentaos! ¡Sentaos, os juro que os dispararé! Sentaos, porque lo que estáis a punto de ver hará que le deis gracias a Dios”, gritó el presentador, Neil Landon. Se hizo el silencio y empezó a sonar Hey Joe. Comenzaba a escribirse una de las páginas más salvajes de la historia del rock en Mallorca.

Guillem ‘Morgan’ coincidió con Mauri en el grupo Dark. Foto: Tomeu Coll
Guillem ‘Morgan’ coincidió con Mauri en el grupo Dark. Foto: Tomeu Coll

Mauri rendirá homenaje a su colega Morgan

Morgan (izq) y Mauri. Foto: T. Coll
Morgan. Foto: T. Coll
Morgan. Foto: T. Coll

Mauri ensaya estos días el concierto con el que quiere rendir homenaje al que durante años fue su amigo y compañero de banda en Dark, Guillem Garau ‘Morgan’, fallecido en enero de 2017.

Todavía no hay fecha para este tributo pero parece seguro que tendrá lugar en s’Aranjassa, donde nació ‘Morgan’ y donde días después de su muerte se montó una fiesta musical en la que sonaron canciones de Neil Young y, por supuesto, Hendrix.

Un vídeo para la controversia

Algunos aseguran que este vídeo a pesar de su título, que asegura contener imágenes y sonido de Sgt. Peppers, no se registró en la isla.

En el 50 aniversario del concierto que Jimi Hendrix ofreció en la discoteca más famosa de Mallorca en los años 60, DIARIO de MALLORCA rescata de la hemeroteca un reportaje con testimonios de quienes vieron aquella actuación que se publicó cuando se cumplieron tres décadas de la muerte del legendario guitarrista.

Qué noche la de Sgt. Peppers

Mañana se cumplen 30 años la muerte del guittarista más grande de todo los tiempos, Jimi Hendrix, un genio que dejó su impronta en 1968 en el Sgt. Pepper ’, una huella que sigue imborrable en la mente de quienes allí estuvieron.

El 14 de julio de 1968 se inauguró en la plaza Mediterráneo una de las discotecas más famosas de Palma, Sgt. Pepper’s. De aquel mítico local, que en sus ochos años de existencia programó las mejores bandas del momento, no queda nada, tan solo el recuerdo. Pero la magia que envolvió aquella noche la sala, encantó para la eternidad al cerca de un millar de privilegiados clientes, fascinados ante el virtuosismo de un genial guitarrista zurdo, el más revolucionario de todos los tiempos, por su sonido y actitud, James Marshall Hendrix.

La historia de aquel memorable concierto, el único que Hendrix ofreció en España, se remonta a 1964, cuando un joven economista mallorquín, Joan Manera, se convirtió en el hombre de confianza del manager inglés Mike Jeffery, que por aquel entonces saboreaba las mieles del éxito en La casa del sol naciente de Eric Burdon y Brian Chas Chandier, quien ha pasado a la historia como el descu bridor de Hendrix. En aquellos días, el músico de Seattle contaba 22 afios, y su talento crecía en Nueva York, codeándose con figuras de la talla de Little Richard, King Curtis, B.B. King, Wilson Picket o Ike&Tina Tunier.

Chas Chandler
Chas Chandler, en primer plano.

Asesorado por Manera, el manager de Hendrix adquiró tres salas de fiesta palmesanas: Zhivago (luego Toltec), Haima —en Cala Mayor— y Sgt. Pepper’s, un espectacular local que contaba con una modemísima decoración —en sintonía con el álbum de los Beatles— y un equipo de luces vanguardista. Su clientela era básicamente británica, y sus discjockeys, traídos desde Estados Unidos, pinchaban la música más actual.

Los negocios de Jeffery pasaban por con vertir Gomila en el epicentro musical del Mediterráneo y construir un vanguardista estudio de grabación para las estrellas de sus agencias artísticas, de donde conseguía el capital. Su poder de convocatoria había quedado demostrado en el concierto benéfico que The Animais ofreció en el Paseo Marítimo ante unas 13.000 personas. Jeffery tenía intención de echar raícesen la isla, y compró fmca en Banyalbufar —po run millón de pesetas— pero esemismo día, corría 1973, se cruzó con la muerte: el DC9 de Iberia en el que volaba rumbo a Londres colisionó con un Spantax cerca de Nantes. Sesenta y ocho pasajeros perdieron la vida, entre ellos, Lorenzo Marqués, Rosa Alemany, BartoloméBuadas y Ernesto March, como bien relata Miguel Soler, adjunto a la dirección de Sgt. Peppers en aquel tiempo. Quienes cónocieron a Jeffery lo recuerdan como “unhombre encantador, cordial y muy educado; muy inteligente y con amplios conocimientos musicales”.

La llegada del genio

Jimi Hendrix
Jimi Hendrix. Foto: Torrelló

Jeffery pensó que el mejor modo de promocionar la Sgt. Pepper’s en todo el mundo era acercar a la sala al guitarrista de color. Así que el autor de He’ Joe, que un año antes había robado el protagonismo a bandas como The Who y Grateful Dead en el mítico Festival de Monterrey —las imágenes del músico quemando su guitarra dieron la vuelta la mundo—, desembarcó en Son Sant Joan un 14 de julio de 1968, el mismo día en que se debía inaugurar el nuevo local de la plaza Mediterráneo.

Con una semana de antelación habían llegado a la isla Noel Redding y Mitch Mitchell. Ambos instrumentistas ensayaron el concierto de Sgt. Peppers con Los Bravos, y lo hicieron en el Haima de Cala Mayor .Los dos integrante de The Jimy Hendrix Esperience acompañaron a Jeffery al aeropuerto, donde recogieron al rockero y le trasladaron en noche al Hotel Victoria ,en cuyas habitaciones descansó hasta minutos antes del recital.

A diferencia de The Animals, que en su concierto mallorquín se encapricharon con un yate (para pernoctar, no para navegar) y un cadillac (dicen que propiedad del dictador Franco), Hendrix no pidió “nada en especial”, tan soloque le alquilaran un apartamento — en Palmamanova— por si no le gustaba el hotel, pero, al parecer, nunca lo llegó a habitar.

El concierto oficial

La campaña de publicidad fun cionó, y se formó una larga cola frente a Sgt. Pepper’s. La entrada costaba 300 pesetas, y Hendrix, como socio del club, no cobró ni un duro, uanpesar de que su caché oscilaba las 500.000 pesetas. Como teloneros actuaron los Z-66, formación que componíancomponían Lorenzo Santamaría (voz), Vicenç, (guitarra ), Manolo (saxo), Leo (bajo), José (piano) y Manolo (batería). Su soul and roll calentó el ambiente. Sonaron temas como Give a llitle sign y Mr. Bus Driver, y omitieron Fire, versión de Hendrix que “no nos atrevimos a interpretar”. El reto era mayúsculo. “Cualquier grupo del mundo hubiera querido compartir cartel con Jimi Hendrix. Fue el bautismo por el que todos suspiran”, aseguran los Z-66.

“Jimi dominó el ambiente e hizo temblar las paredes de Sgt. Pepper’s. Fue espantoso. Ciertamente de miedo”

En la sala no cabía un alfiler. Unas 70 personas aguardaban la puesta en escena de quien con el tiempo se convirtió en mito. “La mayoría eran británicos. Mallorquines sólo había cuatro, y además, picadores, no melómanos. No creo que ningún mallorquín supieran a quién era Jimi Hendrix. Su música no era popular, sino minoritoria”, matiza Santamaría.

Hendrix salió de su camerino, “del que salía un fuerte olor a marihuana”, y subió al escenario, “pequeñito y lleno de amplificadores Marhall”, para desgranar el contenido de su álbum de debut, Are you experience?, que contenía brillantes cortes como Foxy Lady, Remenber o Manic Depression.

José Maria Barceló y Xim Rada firmaron en DIARIO de MALLORCA la crónica de aquella velada, fotografiada por Torrelló: “Jimi comenzó su actuación haciendo alarde de su mágico dominio sobre la guitarra eléctrica, pero a medida que su actuación consumía minutos, la electrónica dominó el ambiente e hizo temblar las paredes del Sgt. Pepper’s… Fue espantoso. Ciertamente de miedo”.

En primera línea se encontraban Los Bravos, y entre ellos, Toni Obrador, por aquel entonces enrolado en Los Pekeniques: “Recuerdo que hacía mucho calor y hubo un follón impresionante, sobre todo cuando clavó su guitarra en el techo. Sólo le faltó incendiar su guitarra”.

En escena, Hendrix era excitante como pocos. Cultivaba violencia y erotismo, “era sexy y gustaba a las mujeres emancipadas” (Santanmaría), y sus ropas, al igual que las de Redding y Mitchell, eran exóticas y multicolores, espectaculares para aquellos días”.

“Jimi provocaba, tocaba la guitarra con los dientes y sacaba la lengua a las tías”, recuerda Santamaría

“Hendrix estuvo todo el concierto provocando. Tocaba la guitarra con los dientes, se la metía entre las piernas y sacaba la lengua a las tías, que lo agradecían. El éxtasis llegó con los primeros acordes de Purple Hace, momento en el que agarró su Les Paul y la estampó en el techo de la sala, donde abrió un boquete en las láminas de yeso”, recuerda Santamaria. El ex director de la sala Jumping, Paco Navarro, no estuvo en aquel concierto, pero asegura que durante tiempo después “muchos peregrinaban hasta la Sgt. Pepper’s para ver el agujero que dejó en el techo”.

Su actuación fue seguida con especial interés por dos programadores venidos desde Madrid con la intención de firmar un contrato para que actuara en la capital, pero al ver sus extravagancias desistieron en su empeño. Palma conservó así el privilegio de ser la única ciudad española en acoger al virtuoso de Seattle.

Sandro Fantini, el relaciones públicas de Sgt. Pepper’s, quedó perplejo por la rapidez con que Hendrix movía sus digitos. “Era digno de ver. Iba acelerado. No sé que se tomaba antes de sus actuaciones, pero algo tenía que meterse en el cuerpo para moverse como se movía”.
Al final del concierto, Xim Rada y José María Barceló le abordaron con el fin de entrevistarle. Jimi se excusó: “Estoy algo mareado”. El consumo de hierba era un pasatiempo conocido del guitarrista norteamericano. Hay quien insinúa que Hendrix actuó en la isla bajo lo efectos de la heroína. El equipo de Jeffrey desmiente el romor categóricamente: “No se pinchó. Si lo hubiera hecho nos habríamos enterado. Fumaba porros, sí, y también mezclaba alcohol con tranquilizantes, que 1968 se podían adquirir en cualquier farmacia de Palma. Pero no se inyectó. De todos modos quienes le conocimos no nos sorprendimos por su fallecimiento prematuro”. Un trágico final que llegaría el 17 de septiembre de 1970, cuando murió, según la leyenda, ahogado en su propio vómito a causa de una sobredosis de heroína y alcohol. Tenía 28 años.

El famoso músico de rock no era muy accesible, dicen quienes intentaron cambiar impresiones con él. “Era muy introvertido y reservado. Nos saludábamos y nada más”, comenta Santamaría. “Hablaba muy poco y siempre estaba solo”, recuerda Fantini.

Un regalo improvisado

Mike Jeffery
Mike Jeffery.

El concierto inaugural de Sgt. Pepper’s tuvo continuidad 48 horas después con una sesión improvisada con la que Hendrix -que sólo permaneció en la isla “cuatro o cinco días”­- quiso obsequiar a su público femenino. “Jimi apareció por la sala abrazado por cuatro impresionantes suecas. Me llamó y dijo que quería tocar. Tuve que enviar al camarero al Hotel Victoria para que recogiera su guitarra. Cuando llegó, Jimi sonrió a las suecas y subió al excenario. La música paró y el público, sorprendido, se sentó en el suelo. Jimi se enfundó su guitarra y comenzó a tocar blues. Lo hizo durante hora y media. Tocó para sus amigas, que parecían turistas. Tocó sin parar y sin extravagancias”, relata Francisco Muñoz, codirector del club.

Las dos actuaciones de Jimi Hendrix en Palma tuvieron reacciones inmediatas. Su manager propuso a Z-66 la posibilidad de convertirse en los teloneros de Hendrix por todo el mundo. Pero el impresionante despegue que meses después vivió el músico de color hizo que el proyecto se quedara en el aire. “Creo que Vicenç Caldentey todavía guarda el contrato que firmamos. Nos daban 3.000 pesetas cada día por ensayar”, comenta, con tristeza, Lorenzo Santamaría.

La inauguración de Sgt. Pepper’s “tuvo más impacto en Estados Unidos y en el Reino Unido que en Mallorca”, asegura el que fuera gerente de la discoteca y mano derecha de Jeffery, Joan Manresa. “La sala fue conocida merced a Hendrix en todo el mundo”.

Chas Chandler, que presenció los dos recitales de Jimi, declaró en una entrevista concedida a este diario que Sgt. Pepper’s “era una de las tres mejores discotecas del mundo, junto a Bag of Nails, de Londres; y Salvation, de Nueva York”.

La muerte de Mike Jeffery fue el comienzo del fin de Sgt. Pepper’s. Su equipo en la isla comenzó a disolverse, y en 1976, la discoteca más famosa del Mediterráneo cerraba sus puertas. La única huella de Jimi Hendrix en Balears, inscrita en el techo del club, fue borrada cuando Bartolomé Cursach adquirió el local, lo remozó y lo bautizó como Alexandra. Sus conciertos no fueron registrados, pese a los rumores que todavía hoy afirman lo contrario, y todo lo que tocó, pasó a manos de coleccionistas. “Palma está en deuda con Jimi Hendrix. Ya va siendo hora que el ayuntamiento le rinda homenaje dedicando una plaza al Beethoven del siglo XX”, sentencia Lorenzo Santamaría.

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