Los cachalotes de esta cuenca son autóctonos, con un dialecto y costumbres diferentes a sus congéneres del resto del mundo. Es raro verlos tan cerca de la costa, a cuatro o cinco millas náuticas, pero no algo extraordinario, matiza Txema Brotons, director científico de la Asociación Tursiops, institución embarcada en el estudio de este cetáceo (Balearic Sperm Whale Project) en el Mediterráneo desde el año 2003.
“Las Balears son uno de los puntos más importantes para la ecología de los cachalotes de todo el Mediterráneo occidental”, asienta Txema Brotons, director científico y miembro fundador de de la Asociación Tursiops, una organización privada sin ánimo de lucro creada en el año 1998 para velar por la salud de los cetáceos en general y que se especializó en 2003 en estos cetáceos dentados a raiz de la puesta en marcha del Balearic Sperm Whale Project (Proyecto Balear de Cachalote).
De hecho, explica este especialista, el mar balear ha sido designado como un Área de Importancia para los Mamíferos Marinos (IMMA, por sus siglas en inglés). “Hay un corredor marítimo muy frecuentado por los cachalotes que iría desde el norte de Menorca, bajando por todo el Levante hasta el sur de Formentera y el canal de Mallorca que separa esta isla de Eivissa”, acota Brotons.
Preguntado sobre cuántos ejemplares de estos odontocetos (cetáceos dotados de dientes en vez de barbas), los mayores de su especie, habría diseminados por el Mediterráneo, Brotons recapacita antes de aventurar que no más de medio millar. “Habrá unos cuatrocientos”, precisa.
“Y el cachalote de aquí es autóctono del Mediterráneo, es de aquí y tiene un dialecto y unas costumbres diferentes a las del resto de sus congéneres diseminados por todos los mares del mundo. Se distribuye al sur de Francia, por el mar balear, al norte de África, en torno a Sicilia…”, continúa.
Los ejemplares machos adultos viven en soledad y los grupos sociales, las agrupaciones, suelen estar formadas por hembras, crías y ejemplares jóvenes.
“Tras una gestación de un año las hembras paren un único bebé y, aunque raros, hay constancia de algún parto múltiple. Luego son amamantadas por sus madres durante cuatro o cinco años. Estos periodos de lactancia son tan largos que es habitual que tengan otra cría y esta acabe desplazando al ejemplar mayor que sigue mamando”, explica el director científico de Tursiops antes de revelar que estos leviatanes marinos pueden alcanzar una edad máxima de entre 80 y 90 años.
Estos cetáceos son considerados los reyes de la apnea entre los de su especie. Aunque cachalotes de otros mares pueden sumergirse hasta los mil metros de profundidad para alimentarse fundamentalmente de calamares gigantes y permanecer en las profundidades cazando entre una y dos horas sin salir a respirar, los cachalotes mediterráneos actúan diferente. “Aquí se sumergen durante 40 o 50 minutos y vuelven a la superficie donde permanecen unos diez minutos antes de volver a sumergirse”, diferencia Brotons, que aventura también que previsiblemente tendrán comportamientos diferentes en las profundidades.
Come en profundidad y defeca en superficie una materia orgánica que atrae al fitoplancton que evita el cambio climático
“Se alimentan de calamares grandes, pero desde luego que no de ejemplares gigantes que no existen o al menos no han sido encontrados en el Mediterráneo. Aprenden y trasmiten aprendizaje y, desde luego, puede haber diferencias entre el comportamiento de machos y hembras”, subraya Brotons.
El responsable de Tursiops no quiere concluir sin aportar un dato que, por sí solo, justificaría todas las medidas de protección sobre esta especie: “La población mundial de cachalotes come la misma cantidad de biomasa que toda la actividad extractiva humana. Ellos comen en profundidad y defecan en superficie. Esta materia orgánica atrae al fitoplancton, organismo acuático que captura dióxido de carbono y libera oxígeno. Es por tanto, una poderosa arma para combatir el cambio climático”.
Ámbar gris
Un material que segregan para digerir los calamares, a 80.000 euros el kilo
El famoso ámbar gris, un material que regurgitan los cachalotes tras usarlo para digerir los duros picos de los calamares que forman parte de su dieta esencial, es usado en la alta perfumería para fijar los olores. Alcanza precios desorbitados –entre 50.000 y 80.000 euros el kilo– aunque, recuerda Brotons, el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) prohíbe su comercialización en España. En septiembre de 2017, dos jóvenes encontraron un kilo de esta sustancia cerosa, inflamable y de intenso olor en una cala de Porto Cristo en lo que fue el primer hallazgo documentado en Balears.
Una semana embarcado en un velero buscando cetáceos, a 950€ euros
La Asociación Tursiops sorteó la falta de ingresos que trajo la crisis autofinanciándose desde 2013 con voluntarios
El velero Irifi, una embarcación de 12 metros de eslora por 4 de manga y nave nodriza de Tursiops, acoge desde el año 2013 a voluntarios que quieran participar en las campañas de búsqueda, localización y seguimiento de cachalotes y otros cetáceos que esta asociación realiza entre los meses de junio y septiembre.
“Lo hicimos para sortear la falta de ingresos y ayudas que conllevó la crisis. Pueden embarcar un máximo de seis personas y la campaña dura siete días. Pagan 950 euros por persona, todo incluído, aunque deben colaborar en todas las tareas del barco, vienen a trabajar”, explica Brotons, que añade que el punto de partida es sa Rápita y que la meteorología manda a la hora de decidir por dónde navegarán.
Sobre la edad mínima y máxima para poder participar en campañas en las que es habitual disparar con una ballesta a los cachalotes para obtener muestras de piel y grasa, el director científico señala que su voluntario más joven, previo permiso paterno, participó con quince años y que el de más edad fue una mujer que ya había soplado 68 velas al embarcarse.
Este último año se han sumado a la iniciativa usuarios de Proyecto Hombre, financiados por La Caixa, y mujeres víctimas de la violencia machista cuya participación sufraha el Institut de la Dona del Consell de Eivissa. “Son gente que siempre han sido considerados lo peor de la sociedad y que ahora tienen la responsabilidad de una guardia mientras navegamos de noche, de la limpieza del velero, de hacer la comida, de estar vigilantes para avistar cetáceos… salen muyreforzados”, se congratula Brotons.
Anima a los interesados a apuntarse a través de su web –queda una plaza para la expedición del 8 al 14 de julio y otra para la del 2 al 8 de septiembre– y lamenta la nula disposición de los mallorquines con estas iniciativas conservacionistas. “Nunca hemos tenido a un voluntario mallorquín, tan solo un alemán afincado. Casi todos son suizos. Somos una asociación de aquí y apenas tenemos respaldo para nuestra labor”, insta a los inversores.