El servicio de cirugía cardiaca de Son Espases lleva más de tres lustros cosechando las tasas de mortalidad más bajas en las operaciones de bypass coronario, esto es, en aquellas en las que se sortea una obstrucción en las arterias que irrigan sangre al corazón mediante un puente realizado con otra vena del propio paciente.
El jefe del servicio, José Ignacio Sáez de Ibarra, delfín del inolvidable Oriol Bonnín, explica que la mortalidad “aceptada” en cirugía cardiaca oscila entre el 2,5% y 4,5% del total de los pacientes intervenidos pero que en el conjunto del país, de forma prograsiva, se han alcanzado tasas globales del 3%.
“Y nosotros, siempre, nos situamos en tasas de mortalidad por debajo del 2%. En un par de años no hemos tenido ningún fallecimiento y en unos cuantos más hemos conseguido tasas de mortalidad por debajo del 1%”, se congratula este cirujano heredero del buen hacer en un quirófano que le inculcó el doctor Oriol Bonnín, como él mismo no duda en reconocer.
“Tenemos una de las tasas de mortalidad más bajas de todo el país y nos situamos al mismo nivel que los mejores servicios de cirugía cardiaca del mundo. Estamos rozando la excelencia”, proclama sin falsas modestias.
Este cirujano sostiene que tanto su servicio de cirugía cardiaca como los programas de trasplantes son dos marcadores inequívocos de la complejidad de un sistema sanitario, tanto público como privado. “Y si los resultados de ambos procesos asistenciales son buenos…”, se congratula.
Saez de Ibarra revela que realizarán unos 180 bypass cada año y que sus resultados son equiparables a los mejores hospitales del mundo. Pero recalca que su éxito se sustenta en un trabajo de equipo muy bien coordinado.
“Es muy importante la participación del servicio de Cardiología, de los anestesistas, de los intensivistas… y de las enfermeras que conforman el equipo de perfusionistas que manejan la máquina de circulación extracorpórea durante la intervención”, explica aludiendo a la máquina que realiza las funciones del corazón y los pulmones durante una operación en la que el “motor” del cuerpo ha de ser necesariamente parado.
Imágenes de una operación de corazón en Son Espases
Sobre los motivos del éxito de su servicio, el doctor Sáez de Ibarra lo achaca en primer lugar a “la línea de trabajo, a la calidad y al control de los resultados que impuso el doctor Bonnín desde el principio. No solo se trajo a su equipo y el sistema de trabajo que ya había implantado con éxito en la Policlínica, sino que también integró a otros servicios del hospital en esa dinámica. No ha sido cosa de un año afortunado. La estabilidad da consistencia a los resultados, que han seguido siéndolo pese a la complejidad de la intervención o el estado mejor o peor del paciente”, concluye.
Sobre su equipo, Sáez de Ibarra revela que son siete cirujanos, él incluido, y que uno de ellos es mujer. “También contamos con una cardióloga asignada a nuestro servicio (de cirugía cardiaca) que nos ayuda mucho en el manejo postoperatorio del paciente y con la imagen durante la intervención. Pese a que tradicionalmente no hay muchas mujeres cirujanas, por nuestro servicio ya han pasado tres adjuntas lo que parece indicar que la tendencia se está revirtiendo poco a poco”, explica.
“La clave de nuestro éxito ha sido la línea de trabajo, la calidad y el control de resultados impuesto por Bonnín”
Preguntado sobre si recuerda cuándo se le murió el último paciente en un quirófano, responde sin mucha precisión que suele fallecer uno cada tres o cuatro años. “Pero estos fallecimientos son ya muy raros en las cirugías programadas. Si el paciente está muy deteriorado, suele fallecer en la UCI”, diferencia el especialista de las intervenciones de urgencia realizadas, pone como ejemplo, por un sangrado no controlado de una rotura de aorta.
“O en aquellas cirugías donde el paciente acumula mucho calcio en las arterias. Las válvulas o la aorta están tan calcificadas que los tejidos ya no se pueden recuperar”, añade.
Debido a la excelencia demostrada por su servicio y habida cuenta de que se acaba de dar el sus para la anhelada y reclamada puesta en marcha del programa de trasplantes de hígado en Son Espases, se hace obligada la pregunta de cuándo se podrán hacer trasplantes de corazón en el hospital de referencia de las islas.
Imágenes de una operación de corazón en Son Dureta
Trasplantes de corazón
“Ya tenemos un proyecto en marcha porque Balears está en el límite aconsejado para realizar estos trasplantes, que contemplan como umbral una población de entre 1,3 y 1,5 millones de habitantes y realizar entre 10 y 15 intervenciones al año. Cada año se derivan a unos 12 pacientes para que sean trasplantados de corazón en hospitales de Barcelona, Madrid o Valencia”, explica.
Por ello, no desespera de que algún día se puedan hacer tanto trasplantes como colocar corazones artificiales que, asegura, en Alemania ya están colocando a razón de unos 18 por millón de habitantes. “Solo hace falta integrar todos los servicios médicos que participan en estos procesos. No hay que olvidar el tremendo coste social que tiene para las familias el hecho de que un allegado tenga que esperar una media de seis meses en una ciudad que no es la suya la aparición de un corazón compatible. Esta comunidad autónoma se merece tener también trasplantes de corazón”, concluye Sáez de Ibarra.
José Ignacio Sáez de Ibarra
“Me ilusioné con la isla y sus gentes y aún sigo aquí”
Saéz de Ibarra (Cartagena de Indias, 1968) se formó a caballo entre Colombia y EEUU, especializándose como cirujano en París durante 7 años. “Después operé dos años en Quebec (Canadá) y, tras un intento frustrado de trabajar en Barcelona, me sumé al proyecto del doctor Bonnín en Son Dureta, en principio de manera temporal. Pero me ilusioné con el servicio y con la isla y sus gentes y todas las ofertas posteriores fueron rechazadas”.
“Lo que ellos valoran más es saber que están salvando vidas”
Dos familias intervenidas del corazón en Son Espases valoran el trato y la atención recibida.
La familia Veny Riera, de Manacor, tiene motivos de peso para sentirse agradecida con el servicio de Cirugía Cardiaca de Son Espases. Afectos por el síndrome de Loeys-Dietz, una enfermedad genética caracterizada por aneurismas aórticos (dilataciones con riesgo de rotura de la arteria que transporta la sangre al corazón y al resto del organismo), su padre falleció en 1986 a los 37 años previsiblemente por esta causa, aunque en ese momento no se asoció a ese síndrome hereditario.
“En el año 2016 falleció mi hermano a los 43 años de edad precisamente por una rotura de la aorta y fue entonces cuando en Cardiología de Manacor ataron cabos y establecieron un protocolo de actuación con el equipo de cirugía cardiaca de Son Espases”, comienza Antoni Veny Riera.
Desde entonces, prácticamente toda la familia ha pasado por el quirófano. Primero fue la hermana de Antoni, Antònia, que fue intervenida en junio de 2017. Luego le tocó el turno al propio Antoni, que fue operado a sus 43 años el pasado mes de abril. Y hace dos meses, en noviembre, fue su tía Catalina la que se intervino para prevenir una inesperada y fatal rotura aórtica a sus 57 años y con mucha vida aún por delante.
Por último, otro hermano más joven del padre, el tío Miquel, tendrá también que ponerse en mano de los cirujanos de Son Espases. Cuatro miembros de una misma familia intervenidos por el mismo equipo de cirujanos en un lapso temporal de poco más de año y medio son parámetros difíciles de repetir, de récord.
Sobre la intervención en sí, Antoni la explica con sus palabras de la siguiente manera: “Te abren el esternón, llegan a la aorta y cortan la dilatación poniéndote en su lugar una prótesis intentando salvarte la válvula. A los tres que ya hemos sido operados nos la han salvado y nos han evitado tener que llevar una artificial”.
Concluye este paciente su relato resaltando la empatía que les han mostrado todo el personal sanitario, desde los equipos de la UCI a los de planta sin olvidarse, claro está, de los cirujanos. “Hemos pensado en agasajarles pero, ¿qué les puedes llevar? ¿Un caja de bombones? No. Al final se lo agradeces con la mirada, con los gestos. Que, en definitiva, creo que es lo que ellos valoran más, el hecho de saber que están salvando vidas”.
De Alemania a Son Espases
Hannelore Erping, madre de Martina Quetglas, una ciudadana alemana/mallorquina residente en Mallorca desde el año 74, casada con un mallorquín y madre de cuatro hijos, siempre había sido autosuficiente pese a su avanzada edad.
“En una de mis frecuentes visitas a mi madre”, relata Martina, “comprobé que la salud de mi madre se había deteriorado mucho y ya no podía vivir sola. Como yo me había quedado viuda, decidí traérmela conmigo a Mallorca”.
Un cardiólogo de Son Llàtzer detectó que su válvula mitral no cerraba bien, lo que le ocasionaba mucha fatiga. “No podía subir un pequeño tramo de escaleras y cuando salíamos a dar un paseo tenía que sentarse cada pocos metros. A sus 85 años, me dijo que prefería morirse a vivir así”, continúa su hija. Puesta en manos del doctor Sáez de Ibarra, fue operada el pasado 9 de enero. Y a la semana estaba de alta en su casa con su válvula reparada.
La familia está tan agradecida que no han dudado en redactar dos cartas, una para el personal sanitario de Son Espases y otra para el de Son Llàtzer, en las que les trasladan su profundo agradecimiento por la calidez humana de la atención recibida.