La violencia machista se ha cobrado la vida de 42 mujeres en Mallorca desde el año 2001.
Ana Torres Marqueño, Antonia Gelabert, Sandra González, Vicky Keller, Steffi Ruggerberg, Beatriz Garau Hoffman, Carmen Martínez Gutiérrez, María Asunción Llambés, Margalida Veny, Cecilia Guerrero, Pilar Crevillent, María Isabel Ferrer Segura, Verónica Kovalovska, Ana María Minissale, María Josefa Rodríguez Fernández, Marie Sumi, Katherina Büchler, Noura Hichou, Olimpia Ketty Tomala, Laura Gallego Negro, Shezhana Blagoeva, María Elena Salcedo Paredes, Joana Maria Rebassa Bennàssar, Ana Niculai, Anne Wanjiru, María Jesús Rufas Gravisado, Martina Rossi, Nuria Orol, Gisela von Stein, Margalida Perelló Tous, Maria Luisa Perún, Soledad Arnez Clados, Olha Yiuyivna Filatova, María Rosa Martínez, Isabel Barceló, Gemma Vich, Lisa Jane Lyttle, Victoria Sard, Lucía Patrascu, Xue Sandra Saura, Celia Navarro Miguel, Sacramento Roca.
En el mismo periodo, solo se ha registrado un caso de hombre asesinado por su compañera sentimental.
Sacramento Roca no aguantó más y en octubre pasado rompió con su novio, Rafael Pantoja. Él no aceptó su decisión y empezó a acosarla de mil maneras. Tanto que acabó denunciándole. Cuatro días después, él se presentó en la tienda de muebles de Palma donde trabajaba la mujer. Llevaba un machete de caza y la mató a cuchilladas ante la impotencia y el horror de sus compañeros y los clientes de la tienda. Roca es la última de una lista siempre demasiado larga: Celia, Lucia, Gemma, Soledad, Luisa, Ana, Laura, Noura, Steffi… Hasta 42 mujeres que desde el año 2001 han muerto en Mallorca víctimas de la violencia machista en todas sus variantes, de acuerdo con los datos recopilados por este diario. Son los crímenes que predominan en la historia negra de Mallorca, ya que suponen el 37 por ciento de los 111 homicidios registrados desde el inicio del siglo. En el mismo periodo, un hombre fue asesinado por su compañera y hay otro caso pendiente de juicio.
Las cifras aniquilan el debate. Son ellos quienes las matan a ellas. ¿Por qué? La vocal de Igualdad y Género del Colegio de Psicología de las Illes Balears (Copib), Ana María Madrid, apunta a un problema estructural de la sociedad. “El sistema perpetúa roles de género e ideas machistas. El patriarcado es una estructura de poder donde la figura masculina tiene una serie de privilegios y poderes sobre la femenina”, apunta. Buena parte de las 42 mujeres asesinadas fueron atacadas, como Sacramento Roca, poco después de cortar la relación. “Se sigue viendo a la mujer como una posesión”, señala Madrid. Xue Sandra Saura fue quemada vida por su excompañero en Alcúdia. La noche antes había roto con él. A Celia Navarro la estranguló su marido, con quien ya no convivía tras finiquitar su matrimonio. Se ensañó con ella, dándole decenas de golpes antes de matarla en su piso de Palma. “Las separaciones y las denuncias son momentos muy sensibles en los que aumenta el riesgo de violencias. En los protocolos están establecidas como situaciones de riesgo”, señala la psicóloga.
Solo seis de las víctimas habían denunciado por malos tratos a sus futuros asesinos y dos tenían una orden de alejamiento en vigor, de acuerdo con las sentencias judiciales de estos casos. Lucia Patrascu acudió a la Guardia Civil de Pollença con la idea de denunciar a su exmarido, pero se marchó sin hacerlo. Esa misma mañana, él la mató a cuchilladas. Cuatro agentes están imputados por no atender debidamente a la mujer. Victòria Sard sufrió en sus carnes la violencia machista siendo todavía menor de edad. Tenía 17 años cuando su novio fue condenado por agredirla. La orden de alejamiento había expirado ya cuando él la estranguló en su casa de Son Servera. Augusto Vega tenía prohibido acercarse a su ex mujer Olimpia Ketty Tomala, pero se coló en su casa por el balcón. La esperó y cuando llegó con otro hombre los mató a los dos a cuchilladas. Para Ana María Madrid, “el asesinato es la expresión más grave de violencia, pero antes ha habido otras que no han sido identificadas”. “En ocasiones, la víctima no es consciente de que está viviendo situaciones como el control o siente vergüenza y no denuncia. Además, el maltrato machista es un problema que sigue silenciado. Está estigmatizado, hay quien cree que son cosas de pareja, de la vida privada”, sostiene la experta.
Sin relación de pareja
Maria Luisa Perún fue maltratada por su marido y por su hijo durante años. Ella misma relató su trágica experiencia en un diario, pero nunca denunció. El joven tenía 18 años cuando acabó estrangulándola tras golpearla en la cabeza con una mancuerna. La sentencia fue desgarradora. La tolerancia del padre ante las agresiones del chico sirvió para implantar en el joven la convicción de que María Luisa no era su madre y su esposa, “sino alguien a quien se había contratado mediante el matrimonio para servirlos, hasta convertir a la víctima en un objeto apto para recibir la lluvia de golpes a que la sometía el menor”, expuso el magistrado en el fallo. Ambos fueron condenados; el marido por malos tratos, el hijo por asesinato.
¿Son los niños que presencian agresiones a sus madres maltratadores en potencia? La psicóloga Ana María Madrid sostiene que “no siempre se reproducen esos patrones”, pero hay que estar alerta. “Es preciso hacer un trabajo a nivel emocional con quienes han vivido la violencia en casa. No significa que vayan a reproducir ese comportamiento, pero hay que trabajar el impacto que ha tenido en ellos”, resalta.
Además de Maria Luisa Perún, asesinada por su hijo, hay otras tres víctimas que no tenían relaciones de pareja con quienes las mataron. “El concepto de violencia de género no incluye estos casos. Se está quedando muy limitado. La ley debe ser revisada y ampliada”, considera Madrid. El cadáver de Steffi Ruggerberg, una adolescente alemana de 15 años residente en s’Arenal, fue hallado en un descampado de Son Verí en 2002. Un hombre al que su madre había alquilado una habitación fue condenado por su muerte tras un largo y controvertido proceso judicial. Un tribunal germano llegó a la conclusión de que la había sedado con cloroformo y, aunque el móvil sexual siempre planeó en la causa, no hubo pruebas concluyentes. Fue condenado a nueve años y medio de cárcel. Ana Niculai iba a trabajar en julio de 2010 cuando un preso fugado, Alejandro de Abarca, se cruzó en su camino. La secuestró, la drogó con heroína y acabó quemándola viva en el maletero de un coche en Alcúdia. El hombre fue sentenciado a 33 años y medio de prisión por tres delitos. Martina Rossi, turista italiana de 20 años, murió en 2011 al caer del sexto piso de un hotel en Cala Major. El caso se archivó en España, pero en su país dos jóvenes acabaron condenados por su muerte. La chica huía de una violación y trataba de escapar de la habitación a través del balcón cuando se precipitó al vacío, según consideraron probado los jueces de aquel país. Los dos acusados cumplirán seis años de cárcel por intento de agresión sexual en grupo y homicidio como consecuencia de otro delito.
La respuesta judicial
Los crímenes machistas se han traducido en la mayoría de los casos en largas condenas para sus autores. 23 hombres fueron declarados autores de delitos de asesinato, varios de ellos con agravantes como la alevosía, el ensañamiento y el parentesco. Las penas en estos casos rondan los 20 años de cárcel. En otros siete crímenes, las condenas fueron menores al ser considerados delitos de homicidio, como la muerte de la británica Lisa Jane Lyttle, estrangulada por su exmarido en Calvià en enero de 2016. La Audiencia Provincial le impuso 12 años de reclusión. Lo mismo ocurrió en el caso de Gisela Von Stein, una mujer alemana cuyo cadáver apareció enterrado en el jardín de su casa en Canyamel en octubre de 2012. Su marido confesó que unos meses antes la mató a golpes durante una discusión y se conformó con una condena de 10 años de cárcel. Además, se han registrado siete casos en los que los autores de los crímenes se suicidaron o murieron de causas naturales mientras aguardaban ser juzgados. En los tribunales de Mallorca hay pendientes dos juicios por asesinatos machistas, el de Xue Sandra Saura y el de Sacramento Roca. Los dos sospechosos están presos y han admitido la autoría.
En el ámbito jurídico, existe un amplio consenso de que la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, aprobada por unanimidad en el Congreso en 2004, supuso un punto de inflexión en la lucha contra la violencia machista. Pero las cifras de víctimas mortales no se ha reducido. El gráfico que ilustra estás páginas evidencia que esta lacra está lejos de ser erradicada. Todos los años desde 2001, excepto en 2017, han muerto mujeres en Mallorca a manos de sus parejas o exparejas. 2002 y 2016 encabezan la lista negra, con cinco casos cada uno.
El amplio consenso que permitió aprobar aquella ley parece haberse resquebrajado en los últimos tiempos y algunas formaciones políticas ya plantean abiertamente su derogación por considerarla injusta para las hombres. “Es una ley absolutamente imprescindible. Debe revisarse y ampliarse, pero todo lo que sea retroceder en cuestión de igualdad me parece tremendo, como profesional y como mujer me asusta”, rebate la psicóloga Ana María Madrid. “Lo de las denuncias falsas, por ejemplo, es un mito, un intento de desvirtuar el feminismo por parte de quienes sienten amenazados sus privilegios”, sostiene.
Desmontando bulos y mitos
El rastreo de la hemeroteca sirve también para derribar falsos mitos y bulos interesados. No, la mayoría de estos asesinatos no son cometidos por extranjeros. En más de la mitad de los crímenes machistas –un 57 por ciento– los autores eran españoles. El resto están repartidos casi a partes iguales entre extranjeros comunitarios y extracomunitarios, coincidiendo con las colonias más presentes en la isla, esto es, alemanes, británicos y marroquíes. “Esta violencia no entiende de nacionalidades, clases sociales o nivel de estudios. Es transversal a toda la sociedad y forma parte de cómo nos relacionamos los hombres y las mujeres”, asevera Madrid.
La brecha es también enorme en la comparación con las mujeres que mataron a sus parejas. A lo largo de estos 19 años, solo se ha producido un caso en el que se acabara condenando a una fémina. Sylvia Schäfer, alemana de 56 años, degolló a su excompañero, Gerth Möller, en el camarote de su barco en el Port d’Andratx en enero de 2005. Aprovechó que él estaba dormido para golpearle con una maza en la cabeza y luego lo degolló. Schäfer fue condenada a 18 años y medio de prisión por asesinato con parentesco. Otras dos mujeres fueron acusadas de asesinar a sus parejas pero acabaron absueltas. Las muertes de Francisco Orejana, cabo de la Guardia Civil asesinado a golpes en su domicilio de Palmanova en 2002, y de Francisco Coll, degollado en su apartamento de Palma en 2011, siguen sin resolverse. Hay un tercer caso pendiente de juicio. Svetlana B. está a la espera de juicio por el asesinato de su marido, Horst Hans Henkels, en abril de 2016.
Entre las falsedades más difundidas –y fácilmente desmontables– están las cifras que comparan las cifras de asesinatos machistas con las de mujeres que matan a sus hijos. “[En España] mueren más niños asesinados por sus madres que mujeres a manos de sus parejas. Mueren unas 45 mujeres y 60 niños al año”, aseguró en enero, durante una entrevista una televisión de ámbito nacional, Iván Espinosa de Los Monteros, vicesecretario de Vox. Nada más lejos de la realidad. En el caso de Mallorca, la diferencia es abismal: frente a las 42 mujeres fallecidas en casos de violencia machista entre 2001 y 2019 se han contabilizado cuatro madres que mataron a sus hijos.